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Jesús como refugiado y sin techo

12 Noviembre 2025 - Drs. G. (Gijs) van den Brink

Jesús como refugiado y sin techo

‘Levántate y huye con el niño y su madre a Egipto. Quédate allí hasta que vuelva a llamarte,

... José se levantó y aquella misma noche partió con el niño y su madre hacia Egipto. (Mateo 2:13-14)

‘Pero a la mujer le fueron dadas las dos alas de la gran águila para volar a su lugar en el desierto, donde por un tiempo y dos veces y media sería cuidada, fuera del alcance de la serpiente. (Ap.12:14)

El Nuevo Testamento comienza y termina con una historia de huida. En ambos casos, también se trata de una mujer que acaba de dar a luz y debe ser puesta a salvo porque un gobernante opresor quiere matarla a ella y, sobre todo, al niño. ¿Qué más leemos sobre refugiados en el Nuevo Testamento? ¿Y cómo interviene Dios en estas situaciones de refugiados?

La vida de Jesús comienza con una huida
Un ángel habla a José en sueños: ‘Levántate y huye con el niño y su madre a Egipto. Quédate allí hasta que vuelva a llamarte, porque Herodes busca al niño y quiere matarlo’.’ (Mat.2:13) Cuando los magos no volvieron a Herodes como les había pedido, esto le habrá impulsado a hacer averiguaciones. Cuando descubrió que había sido engañado por los magos, se enfureció y decidió matar a todos los niños menores de dos años.

Probablemente inmediatamente después de la partida de los sabios de Oriente, el ángel se apareció a José para decirle que huyera a Egipto. Desde la época de Alejandro Magno (siglo IV a.C.), muchos judíos se habían establecido en Egipto. En particular, vivían en la metrópoli de Alejandría. Esta huida a Egipto recuerda a la de Abraham (Gn.12:10), Jacob (Gn.46) y los hijos de Jacob (Gn.42 y 43), que también fueron expulsados a Egipto. Así, también se hace evidente la similitud entre la juventud de Jesús y la juventud del pueblo de Israel. La huida de María y José es otra imagen de un acontecimiento posterior, la huida de la Iglesia en los últimos tiempos (Mateo 24:16, 22; Apocalipsis 12:6, 13-14). Así pues, esta huida de José y María a Egipto tiene un gran significado y pueden trazarse importantes líneas teológicas en el contexto de la congregación cristiana actual. Pero, al mismo tiempo, también debemos atenernos a la facticidad de este acontecimiento. No debemos dejar que esta historia de la huida se evapore en un mensaje teológico.

La dura realidad es que José y María tienen que buscar ‘asilo’ en Egipto con su recién nacido Jesús. Esto implicaba un viaje de al menos 300 a 500 km, dependiendo de la ubicación en el norte de Egipto. A pie y con un burro o una mula como equipaje, podían recorrer 25 km como máximo, a menudo no más de 15 km al día.1

Así que este viaje duró al menos un mes. Y se hacía en condiciones que ponían en peligro la vida. El clasicista Fik Meijer sostiene que en el siglo I, en el Imperio Romano, sólo viajaban por placer los romanos ricos que podían protegerse. Viajar sin protección era peligroso. “Dondequiera que estuviera, un forastero siempre corría el peligro de ser víctima de ladrones y carteristas... Robos, extorsiones, atracos callejeros, asesinatos y homicidios eran... lo más común del mundo”. Fuera de las murallas, los viajeros se enfrentaban a riesgos aún mayores". (Meijer,pág. 151)

¿Fueron ayudados José y María en este viaje? ¿Por amigos o por algún tipo de ‘agente de viajes’? En Egipto, encontraron refugio y protección como refugiados. Al mismo tiempo, Herodes mandó matar a todos los niños menores de dos años de la región de Belén. Jesús y sus padres tuvieron que huir de la persecución política y religiosa. Ambas son también hoy razones para huir y buscar asilo en otro país.

Jesús era pobre y sin hogar
Las zorras tienen guaridas y los pájaros nidos, pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza’.’ (Mateo 8:20)

No sólo en su nacimiento, sino también más tarde, durante su ministerio público, Jesús no tiene un lugar donde reclinar la cabeza, una imagen de la falta de hogar y la pobreza absoluta. En el apocalipsis judío, el Hijo del Hombre es una figura celestial en la presencia inmediata de Dios, preexistente y oculto por Dios en el cielo hasta el momento en que se revela para ejecutar el juicio final. Así que el contraste de utilizar este título en nuestro contexto es bastante marcado. El que no tiene hogar en la tierra y vive en absoluta pobreza y dependencia es el majestuoso juez celestial. El uso repetido de ap-erchomai, ‘dejar, partir’ (8:18,19,21,31,32 y 33) y la expulsión de Jesús de la tierra de los gadarenos (vs 34) indica que Mateo está hablando de estar literalmente sin hogar. El lector recordará las palabras de Mateo 6:25-30, donde Jesús habló del maravilloso cuidado de Dios por los creyentes que habían caído en la pobreza. Como predicador itinerante, Jesús conocía el modo de vida del emigrante, que sí tiene un hogar en alguna parte (en Cafarnaún, Mat.4:13), pero no tiene dónde reclinar la cabeza en la tierra a la que ha partido. Algunos cristianos de Occidente se comportan como si una vida tranquila y fácil formara parte de la vida cristiana normal. Desde el principio, la historia de la vida de Jesús echa por tierra tal premisa.

Misión, persecución y huida
‘Cuando os persigan en una ciudad, huid a la otra’ (Mateo 10:23). Cuando Jesús envió a los 12, los preparó para una posible persecución y les dijo que huyeran en ese caso. Les pidió que perseveraran hasta el final (v. 22b), pero con razón. Vemos aquí que esto significa que no deben buscar el martirio. De hecho, Jesús dice que deben evitarlo si es posible y huir a otra ciudad, y entonces predicar el Evangelio allí. Y esta situación no es temporal, les dice Jesús, sino que esta persecución y huida continuarán hasta que Él vuelva en la gloria 2: ‘porque os aseguro que aún no estaréis por las ciudades de Israel antes de que venga el Hijo del Hombre’ (vs.23b). Estas palabras de Jesús son objeto de diversas interpretaciones (véase la Biblia de estudio de la Comm.). Pero la explicación más sencilla, y por tanto la más plausible, es que Él quiere decir que los discípulos no deben contar con que su tarea sea fácil o que vayan a terminarla rápidamente. Al contrario, no la terminarán hasta que Él regrese y, mientras tanto, se enfrentarán a mucha oposición y persecución. Literalmente, Jesús dice: ‘De ninguna manera acabaréis/terminaréis’. Esto podría referirse tanto a terminar la huida como a completar la tarea de predicar. El contexto inmediato del versículo 22 sugiere más bien lo primero, pero Mateo 10:5-6 se inclina más bien por la segunda posibilidad. Por cierto, las dos opciones no se excluyen mutuamente.

Así pues, las ciudades de las que habla Jesús son lugares a los que pueden huir los discípulos. Así, esta palabra se convierte en palabra de consuelo: no os faltarán ciudades a las que podáis huir hasta que el Hijo del hombre vuelva en gloria. Ni en Israel ni en el mundo. Es una palabra de consuelo, pero Jesús describe aquí el tiempo hasta la Segunda Venida como un tiempo de persecución y huida. Algo que a los cristianos occidentales nos cuesta imaginar. Sin embargo, ya en el libro de los Hechos vemos cómo se cumplen estas palabras. Tras el asesinato de Esteban, estalla la persecución en Jerusalén (Hch 8,3). Muchos, entre ellos Felipe, huyen a otras regiones fuera de la ciudad. Y la situación no mejorará a medida que se acerque el momento de la Segunda Venida, sino todo lo contrario. Jesús también habló de esto.

Vuelos a la montaña
‘Así que cuando veáis la “abominación devastadora” de la que habló el profeta Daniel de pie en el lugar santo -lector, entiéndelo bien-, todos los que estén en Judea deben huir a las montañas.’ (Mat.24:15-16) Al igual que con el cerco de Jerusalén por los campamentos del ejército en el año 70 d.C. (Lucas 21:20-21), Jesús también ordena a sus discípulos, y especialmente a los que se queden en Judea, que huyan a las montañas en los días en que el anticristo se revelará en el templo. Según la profecía de Daniel, a la profanación del templo seguirá una persecución de los fieles (Dan.11:31-35).

Jesús también lo predice. Será un gran horror como no lo ha habido desde el principio del mundo hasta entonces (24:21-22). La situación de los cristianos en el mundo empeorará dramáticamente, dice Jesús. De nuevo, el consejo es huir, pero no a otra ciudad, sino a las montañas. Será una situación de crisis. La huida tendrá que hacerse muy deprisa (vs.17). Quien ese día esté en la azotea, con sus pasos a lo largo del muro exterior, no tendrá que entrar primero en su casa para llevarse nada más. El que trabaje en camisa en el campo no tendrá que ir primero a buscar ropa a su casa (vs.18). Cuán desastroso será para las mujeres que en aquel tiempo estén encintas o tengan un hijo de pecho‘, dice Jesús (v. 19). Porque son las que menos pueden soportar los rigores de una huida rápida. Cuando leo esto, veo ante mí las imágenes de madres con niños llorando, que no llevan más que una mochila con algunas provisiones. Están pasando por lo que también nos puede pasar a nosotros como cristianos. Pero para nosotros, a pesar de todas las persecuciones, hay esperanza, porque para nosotros hay una promesa.

Comenzamos este artículo citando Apocalipsis 12:14. El contexto es el mismo que el de Mateo 24:15, es decir, el tiempo del anticristo. El contexto es el mismo que el de Mateo 24:15, es decir, el tiempo del anticristo. La mujer, imagen del pueblo de Dios, es perseguida por el dragón (el diablo) y la bestia (el anticristo, Apocalipsis 13), pero será llevada por Dios como sobre alas de águila a un lugar seguro, donde Él cuidará de Su pueblo durante todo el tiempo del reinado del anticristo (Apocalipsis 12:6).

Los ‘benditos de mi Padre’
¿Cuál debe ser nuestra actitud en tiempos en que no somos perseguidos, sino que vivimos en paz y tranquilidad en la tierra donde vivimos? Los ‘bendecidos por el Padre’ recibirán pronto la bendición perfecta en el Gran Juicio y serán partícipes de Su Reino, porque “tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber. Fui forastero, y me hospedasteis; estuve desnudo, y me vestisteis. Estuve enfermo, y me visitasteis; estuve en la cárcel, y vinisteis a verme”. (Mat.25:35-36)

Nueces
1. F. Meijer, Viajar por el Imperio Romano, p. 147; http://www.dbnl.org/tekst/_vla016200401_01/_vla016200401_01_0033.php)

2. Creo que Jesús se refiere aquí a su venida en gloria (Mat.24:30; 26:64); para otras opciones, véase comm. Biblia de Estudio en Mat.10:23 en la sección Nuevo.

3. Ver comm. Biblia de Estudio en Mat.10:23 en la sección'Nuevo‘.


➡️ Este artículo fue escrito por Gijs van den Brink y publicado en una revista Study Bible de 2016.

Contribución de

Drs. G. (Gijs) van den Brink
Desde 1981, he trabajado como editor y autor en una serie de comentarios conocida como "Biblia de Estudio". Comencé en IDR en Soest y, desde 1998, en el "Centro de Investigación Bíblica" (CVB) en Doorn. Entre 1996 y 2015, fui editor del Nuevo Testamento de la revista trimestral para reflexión teológica evangélica "Soteria". Desde 2007, soy editor en jefe de la revista teológica trimestral "Studiebijbel magazine". Además, entre 2010 y 2011, formé parte del equipo editorial de Tussenruimte, una revista sobre teología intercultural.

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