Entre la muerte y la resurrección, ¿las personas que han fallecido ya han alcanzado la perfección? Y en ese tiempo intermedio, ¿son plenamente conscientes y es reconocible su identidad terrenal? Éstas son sólo algunas de las preguntas que muchas personas se plantean. En Lc.16:23 leemos: ‘y [cuando el hombre rico] en el Hades alzó sus ojos … vio de lejos a Abraham, y a Lázaro en su seno’. Tanto el hombre rico como Lázaro siguen con vida después de su muerte, uno en el amparo paradisíaco junto a Abraham, el otro en una morada temporal destinada a los impíos. A ambos les separa ‘una gran sima’ (vs.26). Resulta que los muertos se reconocen el uno al otro (vs.23, ‘vio a Abraham y a Lázaro’), sus funciones corporales se mantienen (vs.24, ‘para que refresque mi lengua’) y recuerdan su vida en la tierra (vs.25 y vs.27). Aunque todo esto lo cuenta Jesús en una parábola, esto no significa que lo que relata no sea de acuerdo con la realidad. Las parábolas no son fábulas sino ejemplos reales tomados de la vida diaria que contienen una lección espiritual.
No obstante, es en el libro de Apocalipsis en el que leemos con más claridad acerca de la situación celestial de los creyentes entre la muerte y la resurrección. En Apocalipsis 7 se dice que a Juan se le permite echar un vistazo en el cielo y ve en una visión el momento en que una gran multitud de todas naciones, tribus, pueblos y lenguas está delante del trono del Cordero. El intérprete celestial dice entonces a Juan que estas personas han salido de la gran tribulación, mientras que en los vs.15-17 leemos: ‘están delante del trono de Dios, y le sirven día y noche en su templo; y el que está sentado sobre el trono extenderá su tabernáculo sobre ellos.
Ya no tendrán hambre ni sed, y el sol no caerá más sobre ellos, ni calor alguno; porque el Cordero que está en medio del trono los pastoreará, y los guiará a fuentes de aguas de vida; y Dios enjugará toda lágrima de los ojos de ellos’. En primer lugar observamos que en este pasaje se dice de estas personas que han salido de una gran opresión; su identidad terrenal, pues, es conocida. Por lo demás vemos que en el cielo hay actividad (‘le sirven’): el servir y adorar a Dios. Aunque las bendiciones mencionadas coinciden en gran parte con las bendiciones en la Jerusalén celestial en la nueva tierra (Ap.22:1-5), la situación celestial es temporal: la resurrección del cuerpo y la nueva tierra aún están por ocurrir.
Autor: Gijs van den Brink
Traducido por: Marije Coster
Esta es una versión corta de uno de los artículos de la revista BibliaDeEstudio o Studiebijbel Magazine en holandés. En este espacio colocaremos parte de estos artículos con la intensión de que estas líneas lo ayuden en su proceso de aprendizaje y entendimiento de la Biblia.
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