La no violencia se promete en el Antiguo Testamento

Parte 1 de 6 del tema “No violencia” por Gijs van den Brink

En estos tiempos se habla a menudo de una islamización de nuestra sociedad. Que trata del auge del islam, en el que se atribuye un gran papel a la violencia. Esto ocurre al menos en la presentación por parte de los medios de comunicación y, por tanto, también en la percepción de muchas personas. Esto ya es una conclusión bastante rápida, pero es aún más grave. Porque en la corriente del islam, las otras dos religiones del libro, el judaísmo y el cristianismo, también se mencionan y se asocian con la violencia. Según ese punto de vista, la religión es sinónimo de guerra. Qué distintos son los hechos. Las raíces de la no violencia en el cristianismo se encuentran en el profeta Isaías en el AT.

El Siervo del Señor en Isaías
La no violencia radical ya ha sido mencionada en el siglo VIII a.C. por el profeta Isaías cuando transmite sus profecías sobre el “Siervo del Señor” (Isa.40-55). Este Siervo ‘no grita, no levanta la voz, no grita en público’ (Isa.42:2). Mira a Dios y dice “el Señor me hará justicia, mi Dios me recompensará” (Isa.49:4). Expuso su espalda a sus torturadores, y a los que le arrancaron la barba les ofreció sus mejillas (Isa.50:6). También los conocidos versos de Isa.53 ‘Fue maltratado, pero no se resistió y tampoco abrió la boca’. Como la oveja que es llevada al matadero, como la oveja que calla ante sus esquiladores, no abrió la boca” (53,7).

Isaías habla de un Siervo golpeado y maltratado que, sin embargo, no se resiste, sino que renuncia completamente a la violencia. Sólo lo espera de Dios y así trae la redención para Israel y las naciones (Isa.42:4,6; 49:6,8).

¿Quién es este siervo? Sobre eso hablaremos la próxima semana.

La próxima vez: La segunda parte de la serie “No violenacia” que se titula “La no violencia forma parte de la vocación de Jesús”

Autor: Gijs van den Brink


Esta es una versión corta de uno de los artículos de la revista Studiebijbel Magazine en holandés. En este espacio colocaremos parte de estos artículos con la intensión de que estas líneas lo ayuden en su proceso de aprendizaje y entendimiento de la Biblia.


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RECUERDO Y RECONOCIMIENTO

¿Dónde están los muertos?

[5 de 5]

Entre la muerte y la resurrección, ¿las personas que han fallecido ya han alcanzado la perfección? Y en ese tiempo intermedio, ¿son plenamente conscientes y es reconocible su identidad terrenal? Éstas son sólo algunas de las preguntas que muchas personas se plantean. En Lc.16:23 leemos: ‘y [cuando el hombre rico] en el Hades alzó sus ojos … vio de lejos a Abraham, y a Lázaro en su seno’. Tanto el hombre rico como Lázaro siguen con vida después de su muerte, uno en el amparo paradisíaco junto a Abraham, el otro en una morada temporal destinada a los impíos. A ambos les separa ‘una gran sima’ (vs.26). Resulta que los muertos se reconocen el uno al otro (vs.23, ‘vio a Abraham y a Lázaro’), sus funciones corporales se mantienen (vs.24, ‘para que refresque mi lengua’) y recuerdan su vida en la tierra (vs.25 y vs.27). Aunque todo esto lo cuenta Jesús en una parábola, esto no significa que lo que relata no sea de acuerdo con la realidad. Las parábolas no son fábulas sino ejemplos reales tomados de la vida diaria que contienen una lección espiritual.

No obstante, es en el libro de Apocalipsis en el que leemos con más claridad acerca de la situación celestial de los creyentes entre la muerte y la resurrección. En Apocalipsis 7 se dice que a Juan se le permite echar un vistazo en el cielo y ve en una visión el momento en que una gran multitud de todas naciones, tribus, pueblos y lenguas está delante del trono del Cordero. El intérprete celestial dice entonces a Juan que estas personas han salido de la gran tribulación, mientras que en los vs.15-17 leemos: ‘están delante del trono de Dios, y le sirven día y noche en su templo; y el que está sentado sobre el trono extenderá su tabernáculo sobre ellos.

Ya no tendrán hambre ni sed, y el sol no caerá más sobre ellos, ni calor alguno; porque el Cordero que está en medio del trono los pastoreará, y los guiará a fuentes de aguas de vida; y Dios enjugará toda lágrima de los ojos de ellos’. En primer lugar observamos que en este pasaje se dice de estas personas que han salido de una gran opresión; su identidad terrenal, pues, es conocida. Por lo demás vemos que en el cielo hay actividad (‘le sirven’): el servir y adorar a Dios. Aunque las bendiciones mencionadas coinciden en gran parte con las bendiciones en la Jerusalén celestial en la nueva tierra (Ap.22:1-5), la situación celestial es temporal: la resurrección del cuerpo y la nueva tierra aún están por ocurrir.


Autor: Gijs van den Brink
Traducido por: Marije Coster


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IR A VIVIR CON EL SEÑOR

¿Dónde están los muertos?

[4 de 5]

En Filipenses 1:23-24, al hablar de su muerte, Pablo dice lo siguiente: ‘de ambas cosas estoy puesto en estrecho, teniendo deseo de partir y estar con Cristo, lo cual es muchísimo mejor; pero quedar en la carne es más necesario por causa de vosotros’. Para Pablo el morir es ‘estar con Cristo’. Esta unidad con Él la experimenta ya ahora (comp. 1Co.6:17, entre otros) pero espera que después de su muerte este lazo será aún mucho más intenso. Por eso dice: comparado con seguir viviendo en la tierra, el morir y estar con Cristo es con mucho lo mejor. En 2Co.5:8 dice: ‘más quisiéramos estar ausentes del cuerpo, y presentes al Señor’. Esta vida con Cristo que sigue a la muerte Pablo la llama un llegar a casa o ‘ir a vivir’ con el Señor. La forma verbal de presente, ‘tenemos’ (2Co.5:1), expresa la seguridad de que esta existencia está preparada para el momento en que la existencia vieja y terrenal sea quebrada.

Estructura de dos fases
Pablo habla tanto de un saberse protegido con Dios inmediatamente después de la muerte como de una posterior resurrección de los muertos (1Co.15). En lo relativo al tiempo los dos parecen sucederse el uno al otro. Esto se conoce también como una ‘esperanza en dos etapas’: primero un saberse protegido de modo temporal en el cielo con Cristo, algo que empieza inmediatamente después de la muerte, y a continuación una resurrección de entre los muertos al final de los tiempos. Por eso, y al contrario de lo que se ha afirmado con frecuencia, no debemos asumir que Pablo experimentó un cambio y transformación en sus ideas acerca de este tema.
También en el caso de Jesús y del evangelista Lucas nos encontramos con tal estructura de dos fases o dos etapas. Vemos que por un lado se habla del hades, del paraíso y de las ‘tiendas eternas’ como moradas inmediatamente después de la muerte de uno, mientras que por otro lado se habla de una resurrección de entre los muertos al final de los tiempos (Lc.20:27-40). En la apocalíptica judía  nos encontramos con una misma esperanza en dos etapas o fases (p.ej. en 4 Esdras y 2 Baruc).


Autor: Gijs van den Brink
Traducido por: Marije Coster


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Las ‘TIENDAS ETERNAS’ y el ‘SENO DE ABRAHAM’

¿Dónde están los muertos?

[3 de 5]

Las ‘tiendas eternas’
Al terminar la parábola del mayordomo infiel Jesús añade: ‘Y yo os digo: Ganad amigos por medio del Mamón injusto, para que cuando éste falte, os reciban en las tiendas (skēnas) eternas’ (Lc.16:9). La frase ‘cuando éste falte’ remite al momento de fallecer. Algunos manuscritos leen incluso ‘cuando vosotros muráis’ (el verbo ek-leipō significa ‘cesar (de existir o de funcionar), fallecer’). Éste será el momento de la verdad: ¿serán recibidos o no en las tiendas eternas? Pero, ¿qué quiere decir Jesús aquí cuando habla de estas ‘tiendas eternas’?

En Jn.14:2 dice: ‘En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros’.
Con la frase ‘la casa de mi Padre’ Jesús remite en este contexto al cielo (comp. 2Co.5:1). Pero, ¿cuándo podrán los discípulos pasar a ocupar estas muchas moradas? También en este caso los escritos de la apocalíptica judía nos ayudan a encontrar una respuesta. En el Testamento de Abraham, un escrito judío del primer siglo, Dios dice en el momento de la muerte de Abraham:
‘Llevad, pues, mi amigo Abraham al paraíso, donde están las tiendas (skēnai) de mis seres justos y las moradas (monai) de mis santos … en su seno; donde no hay problemas, ni dolor, ni un suspiro, sino paz y júbilo y vida sin fin’ (20:10-14).
Las ‘moradas’ que los santos ocuparán inmediatamente después de su muerte se localizan, al igual que las ‘tiendas’ de los justos, en ‘el seno de Abraham’ (véase abajo). A la vez, Jesús indica que las ‘moradas’ se encuentran en ‘la casa del Padre’, es decir, el cielo.

El ‘seno de Abraham’
La imagen del  ‘seno’ o ‘regazo’ como parte del cuerpo humano la encontramos en el NT en la expresión ‘recostarse en el seno de alguien’ o ‘recostarse en su regazo’, es decir, recostarse al lado de alguien a la mesa para comer. Así se dice que el discípulo al cual Jesús amaba estaba recostado en el seno de Jesús durante la Santa Cena (Jn.13:23) y en Lc.16:22 leemos que el hombre pobre fue llevado por los ángeles al seno o regazo de Abraham, es decir, que pudo recostarse junto a Abraham para el banquete de los justos. En el primer siglo la frase ‘el seno de Abraham’ pasó a ser una expresión fija para el lugar de paz y gozo al que irán los justos después de fallecer.


Autor: Gijs van den Brink
Traducido por: Marije Coster


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El reino de los muertos no es el “INFIERNO”

¿Dónde están los muertos?

[2 de 5]

Como morada de los impíos entre el momento de su muerte y la resurrección en el NT se habla del hades. Es importante notar que el reino de los muertos (hades) y el infierno (gehenna) no son una misma cosa. En algunas traducciones ambas palabras se traducen como ‘infierno’ (comp. RVR95, DHH), una elección errónea que crea confusión. En el NT y en el judaísmo precristiano los términos hades y gehenna no son sinónimos. El sustantivo griego hades es sinónimo del hebreo ‘sheol’ y su traducción más apropiada es ‘reino de los muertos’. En el NT (al igual que en muchos pasajes en la literatura judía precristiana) el hades designa una residencia temporal en la que se hallan las almas de los impíos después de su muerte corporal, a la espera de la resurrección de los muertos. En el NT lo vemos claramente en la parábola de Jesús sobre el hombre rico y el pobre Lázaro: ‘Y en el Hades [el hombre rico] alzó sus ojos, estando en tormentos, y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro en su seno’ (Lc.16:23).

El hades está estrechamente ligado a la primera muerte, la muerte del cuerpo, y tiene una función temporal, ya que en el juicio final entregará a los que están en él para ser juzgados. Así se dice en Ap.20:13: ‘la muerte y el Hades entregaron los muertos que había en ellos, y fueron juzgados cada uno según sus obras’.

La gehenna, en cambio, es el lugar descrito como un ‘lago de fuego’ (Ap.20:14) y un ‘horno de fuego’ (Mt.13:42) al que uno puede ser condenado al final de los tiempos (p.ej. Mt.13:40-42). En el libro de Apocalipsis el apóstol Juan describe cuándo ocurrirá esto: después de la resurrección y el juicio final (Ap.20:12,15).

Siguiendo las traducciones modernas debemos concluir que el concepto de ‘infierno’ debe limitarse a esta ‘gehenna’. Partiendo de la diferencia de significado entre el hades y la gehenna podemos afirmar a continuación que en estos momentos la gehenna o infierno aún está ‘vacío’. Este lugar de condena definitiva no desempeñará su papel hasta el juicio final.

 

Autor: Gijs van den Brink
Traducido por: Marije Coster


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EL PARAÍSO

¿Dónde están los muertos?

[1 de 5]

¿Después de haber fallecido, dónde están los muertos? ¿Y cuál es su situación allí donde están? ¿Viven de un modo consciente, con recuerdos y reconocimiento? En este blog y los cuatro siguientes queremos responder a estas y otras preguntas.

Poco antes de morir uno de los criminales que había sido crucificado con Jesús le pidió: ‘Acuérdate de mí cuando vengas en tu reino’ (Lc.23:42). A ello Jesús le respondió con claridad: ‘De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso’ (vs.43).
Ese mismo día, el día de su crucifixión, se accedería a la petición del criminal.
La expresión ‘el paraíso’ recuerda a Gn.2:8ss., pero ese jardín terrenal que existió en algún lugar de Mesopotamia ya no es. Entre los judíos se daba la idea de que por la transgresión de Adán el paraíso había sido desplazado a un lugar desconocido, bien fuera del alcance de los humanos. Por lo general se pensaba que estaba en el cielo, a veces incluso en el tercer cielo. En el libro judío de 2 Baruc leemos:
‘Yo (Dios) la mostré (la Jerusalén celestial) a Adán antes de que pecara, pero cuando hubo transgredido el mandamiento fue retirada de él, al igual que el paraíso (…). Y he aquí, ahora es preservada junto a mí al igual que el paraíso’ (2 Baruc 4:3, 6; comp. 4 Esdras 4:7-8).

También Pablo habla de este paraíso y también él lo ubica en el tercer cielo. Así se desprende de su descripción de la experiencia sobrenatural que vivió y de la que habla en 2Co.12:2-4:
‘Conozco a un hombre en Cristo, que (…) fue arrebatado hasta el tercer cielo. Y conozco al tal hombre (…) que fue arrebatado al paraíso, donde oyó palabras inefables que no le es dado al hombre expresar’.
Como lugar de armonía y paz los judíos entendían el paraíso como indicación de un lugar de reposo temporal en el que residen las almas de los justos después de su muerte, esperando la resurrección de los muertos.
Sobre este trasfondo podemos afirmar que al asesino que colgaba a su lado en la cruz Jesús le prometió que inmediatamente después de su muerte entraría en este lugar de reposo paradisíaco. Y podemos afirmar que Pablo, por la gracia de Dios, pudo vislumbrar algo de este mismo lugar de reposo.


Autor : Gijs van den Brink
Traducido por: Marije Coster

 


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IV. Los creyentes muertos están en el cielo

Pablo dice en Filipenses 1: 23-24, ” De ambas cosas estoy puesto en estrecho, teniendo deseo de partir y estar con Cristo, lo cual es muchísimo mejor; pero quedar en la carne es más necesario por causa de vosotros”. Para Pablo, morir significa “estar con Cristo”
En otro fragmento, en 2 Corintios 5: 8, dice: ” Pero estamos confiados, y más aún queremos estar ausentes del cuerpo y presentes al Señor”.

Entonces en el cielo hay creyentes que murieron antes de la Segunda Venida. El libro de apocalipsis también es muy claro sobre la situación celestial de los creyentes entre la muerte la resurrección.
Aunque las bendiciones mencionadas son muy similares a las de la Jerusalén celestial en la nueva tierra (Ap. 22: 1-5) La situación celestial aún no es completamente perfecta. En cierto sentido, todavía es provisional.

Por ejemplo, vemos esto en Apocalipsis 6: 9-11 donde leemos que Juan mira las almas de las personas debajo del altar en el cielo. Él dice: “Cuando abrió el quinto sello, vi debajo del altar las almas de los que habían muerto por causa de la palabra de Dios y del testimonio que tenían. Clamaban a gran voz, diciendo: ¿Hasta cuándo Señor, santo y verdadero, vas a tardar en juzgar y vengar nuestra sangre de los que habitan sobre la tierra? Entonces se les dieron vestiduras blancas y se les dijo que descansaran todavía un poco de tiempo, hasta que se completara el número de sus consiervos…”.

Aquí, Juan habla de las almas que están en el cielo, pero éstas son almas que pueden clamar y orar.  Entonces, supuestamente están en plena conciencia. Además, también participan en las bendiciones y el modo de existencia de la vida celestial, lo que resulta de la túnica blanca que han recibido. Pero en ninguna parte es más claro que aquí que ellos todavía no disfrutan la última perfección.
Las almas preguntan cuánto tiempo tienen que esperar para que la justicia de Dios en la tierra sea revelada.  Se dice que aún tienen que esperar un corto tiempo, hasta que el número de sus hermanos esté completo. Su gloria celestial es temporal. La perfección solo viene con la resurrección del cuerpo y la nueva tierra.


Autor: Gijs van den Brink
Traducido por: E. J. Flores Infantes


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III. La relación de los creyentes con el cielo

La última vez hemos visto que, en general, el Nuevo Testamento habla sobre el cielo. Ahora queremos profundizar en la relación que hay entre; el cielo como lugar de residencia de Dios y nosotros como creyentes.

En el Nuevo Testamento podemos distinguir tres relaciones diferentes entre el cielo y los creyentes:

  1. El cielo y los creyentes vivos en la tierra,
  2. El cielo y los creyentes muertos y
  3. El cielo y los creyentes resucitados, los creyentes que han recibido un cuerpo glorificado.

Esta relación con el cielo es diferente para cada uno de estos tres grupos.

Acerca de los creyentes vivientes, los creyentes que viven en la tierra antes del regreso de Jesús, es decir nosotros. Así leemos en Filipenses 3:20,
“Nuestra ciudadanía¹ está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo”.
Por lo tanto, los creyentes tienen su patria en el cielo; y forman una colonia de ciudadanos celestiales en la tierra.

La relación con el cielo se describe con más precisión en Efesios 2: 4-6 donde leemos:
“Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo… juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús”.

Entonces, el cielo es más que solo el lugar del que provienen nuestras bendiciones. Los creyentes que viven en la tierra también viven, al mismo tiempo, en una realidad celestial. El cielo no está solamente muy lejos, sino que también está cerca. Es una realidad espiritual que los creyentes pueden experimentar aquí y ahora.

Desde la primera venida de Cristo a la tierra hace 2000 años, el Reino de los Cielos está entre nosotros. Todo esto es una parte y aún no es perfecto. Es una realidad espiritual que los creyentes pueden experimentar aquí y ahora.

[1] El sustantivo griego (neutro) politeuma significa estado libre asociado, estado”. W. Bauer, `politeuma ‘, Wörterbuch, et al.

 

Autor: Drs. Gijs van den Brink 

Traducido por  E.J. Flores Infantes

 


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II. El cielo invisible

¿Qué nos revela el Nuevo Testamento sobre el cielo invisible?

En la carta a los Hebreos dice que Jesús ” traspasó los cielos” (Heb.4: 14), que él es ” hecho más sublime que los cielos” (Heb.7: 26) y también que ” se sentó a la diestra del trono de la Majestad en los cielos” (Heb.8: 1).

Así, se hace una distinción entre los cielos que el Señor Jesús traspasó y el cielo donde Dios vive. Por lo tanto, existe en el cielo una diferencia entre el cielo y el cielo.

Esto es evidente en la carta a los Efesios. Aquí leemos varias veces sobre varios cielos. Por ejemplo, en Efesios 4:10, donde se dice acerca de Jesucristo: ” el que descendió es el mismo que también subió por encima de todos los cielos”.

Al mismo tiempo, leemos en Efesios 1:20 que Dios levantó al Señor Jesús de entre los muertos y lo puso a su diestra en el cielo.

Y aquí se hace más claro que los cielos invisibles se extienden a la tierra. Vemos esto en dos casos. Primero, leemos que en los cielos también hay poderes malvados llamados “gobernadores de las tinieblas de este mundo” (Efesios 6: 12). Efesios 2: 2 localiza estos poderes malvados en el aire. Aquí Leemos sobre “la voluntad del príncipe de la potestad de este aire, el espíritu que ahora obra en los hijos de incredulidad”. Así que, estos espíritus malignos están en el cielo, en el cielo que golpea la tierra directamente.

En segundo lugar, leemos que la congregación en la tierra está, al mismo tiempo, también “en el cielo”. Efesios 2: 5-6 afirma que Dios “nos dio vida juntamente con Cristo”, que Él nos resucitó con Él, y que ” nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús”.

En resumen, podemos decir que el concepto de los cielos en la carta a los Efesios habla del mundo espiritual, que es invisible a nuestros sentidos naturales (2 Corintios 4:18), pero que se considera local. Que se extiende desde la tierra hasta el trono de Dios.

 Autor: Dr. Gijs van den Brink

Traducido por E.J. Flores Infantes


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