El chisme es una de esas dinámicas insidiosas que pueden infiltrarse en nuestras vidas sin que nos demos cuenta de su impacto. El caso de Claudia, una mujer de 35 años que trabaja en una oficina, ilustra esta batalla espiritual de manera clara. Claudia comenzó a participar en conversaciones que desmerecían a sus compañeros de trabajo, inicialmente para encajar y sentirse parte del grupo. Sin embargo, con el tiempo, se dio cuenta de que estas charlas habían creado un ambiente de tensión y desconfianza. A pesar de su incomodidad, se encuentra atrapada en la tentación de seguir participando, temerosa de quedar fuera del círculo social.
Este tipo de comportamiento no es nuevo; lo vemos frecuentemente en nuestras interacciones diarias, ya sea en el trabajo, en reuniones familiares o en redes sociales. Hablar mal de los demás no sólo daña la reputación de las personas, sino que también crea prejuicios que nos impiden ver a los demás con ojos de amor y respeto. La Escritura nos advierte en Proverbios 18:21 que "la muerte y la vida están en poder de la lengua. Cada palabra que pronunciamos puede edificar o destruir, y el enemigo se aprovecha de este poder al fomentar la mentira y la desconfianza entre nosotros.
Al participar en chismes, Claudia ha abierto puertas que le permiten al enemigo influir en su vida. En lugar de buscar la verdad y la honestidad, a menudo hablamos sin consultar a Dios sobre lo que decidimos. ¿Es cierto? ¿Es necesario? ¿Es edificante? Si consultáramos a Dios primero, podríamos prevenir muchos de estos conflictos y construir un ambiente más saludable en nuestras relaciones. En Salmo 15:1-2, se nos recuerda que los que habitan en el monte santo de Dios son aquellos que 'andan en integridad y hacen justicia,' lo que implica que nuestras palabras deben ser una extensión de un corazón puro.
La batalla espiritual que enfrenta Claudia no se limita solo a sus conversaciones, sino que también refleja un conflicto más profundo en su interior: la lucha entre el deseo de pertenencia y el llamado a la verdad y la integridad. Este es un tema común en nuestra sociedad, donde el deseo de ser aceptado puede llevarnos a comprometer nuestros valores y principios.
Para ayudar a Claudia, es vital crear un espacio seguro donde pueda hablar sobre sus luchas sin temor al juicio. Involucrarla en conversaciones sobre el valor de cada individuo, como criaturas creadas a imagen de Dios, puede ayudarla a comprender la importancia de respetar la dignidad y la vida de los demás. Fomentar un ambiente de honestidad y confianza puede ser la clave para que Claudia encuentre la fortaleza para resistir la tentación de participar en chismes.
Finalmente, es importante que cada uno de nosotros reflexionemos sobre nuestras propias vidas. ¿Reconocemos alguna forma de batalla espiritual en nuestra vida o en la de alguien cercano a nosotros? Al ser conscientes de estas luchas, podemos buscar la guía de Dios para caminar en verdad y amor, transformando nuestras interacciones en oportunidades de edificación y apoyo mutuo. Al final del día, recordemos que nuestras palabras tienen poder; elijamos usarlas para construir, no para destruir.
¿Quieres saber más sobre los pasajes mencionados? Visita la página web de la biblia de estudio para obtener más información y estudiar el pasaje.
Dr. Gerrit Vreugdenhil, Guerra Invisible, Cartago (Colombia: Presencia Ediciones), 2024